A nuestra llegada al albergue, organizamos una gran asamblea en la pista para conocer a los monitores que nos iban a acompañar en nuestra estancia y organizarnos por grupos para realizar las actividades. La gran sorpresa fue que apareció la Anjana, portando las tarjetas con nuestros nombres y desde ese momento la magia no ceso y las aventuras tampoco.
Umm, primera comida; arroz con tomate y huevo, croquetas y empanadillas y de postre manzana. Si os fijáis en las fotos, por algunos de los peques parece no haber pasado un año, hasta se sentaron en el mismo sitio. Estaba riquísimo y más, tras una mañana llena de actividades y sorpresas.
Después de comer, tiempo libre en los columpios, ¡qué divertido !
Tras la cena, nos lavamos los dientes, nos ponemos el pijama y a la discoteca... Muchas gracias a todos, por preparar tan sumamente bien las mochilas, nos habéis ayudado mucho a la hora de organizarnos en las habitaciones, los niños no han necesitado apenas ayuda y eso les da dotado de una gran autonomía.
Y tras la discoteca, agarrando bien fuerte nuestras linternas, paseamos bajo la luz de la luna, en busca de alguna huella, algún sonido, algo que nos llevara a ver un Trenti, un Trasgu... el miedo estaba en que en su lugar apareciera la Guajona, la Juencana o las Brujas de Ongayo. Afortunadamente hubo suerte y solo escuchamos el sonido de los sapos, los búhos y los grillos que inundaba la noche. Y tras la expedición, unas risas en la habitación que rápidamente llevaron al mas profundo de los sueños...
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