Para ello, ha preparado con esmero un rico bizcocho recubierto de chocolate y con paciencia fue capaz de plasmar su nombre con lacasitos.
A penas nos dio tiempo a leerlo ya que estaba de rechupete y no dejamos ni las migas.
Bienvenidos a esta mágica ventana. ¡Embarcaos en el Marigalante!
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